miércoles, 21 de septiembre de 2011

NIÑO INDIGO O MÈNDIGO?



A últimos tiempos solo algo es màs grande que la ola de nacimientos de niños índigo: el número de madres que creen que sus hijos son índigos
Con ese pretexto intentan llenarles de todos los conocimientos posibles, asì que, pese a que el C.I. del infante no rebase los 100 puntos desde sus primeros meses de edad ya està siendo bombardeado por  todo tipo de información que le ayudarà a evolucionar con mayor velocidad en su camino espiritual
Asì, mientras el chamaco quiere jugar con su carrito o su muñeca, solo tiene acceso a mandalas que, con las gafas correspondientes de ven en tercera dimensión o tienen luz conectada, su sonaja es reemplazada por un “ojo de Dios” y sus canciones de cuna por música new age
Por supuesto que pueden hacer todos los berrinches y pataletas que deseen porque, querer educarlos quebrantarìa su elevado espíritu ya que la última vez que encarnaron lo hicieron en la Atlàntida cuando seguramente fueron sacerdotes, sacerdotisas, maestros, magos, videntes  o guìas del lugar
Lo peor es que, sin autoridad, son ellos quienes mandan en su casa, y lo mismo si avientan la sopa a la pared o le embarran el helado en la cara a la abuelita son festejados por sus progenitores, quienes piensan que esos fueron hechos que les hacen recordar su hogar diez mil años atrás
En la escuela, los métodos màs libres, con menos tutorìa  para su desarrollo son los preferidos y, a pesar de que el chamaco se aburra como ostra, tiene que participar en las clases de violìn, piano, vibráfono, griego, latìn o lenguas muertas, y de igual forma deben acudir a sus masajes holísticos diarios con aromaterapia y choques electropunturales que despierten sus centros cerebrales aùn dormidos por su encarnaciòn
Ni que decir del kundalini, ya que las madres de los supuestos niños índigos aseguran, juran y casi apostarìan que los chacras de sus retoños ya están super activados,, equilibrados y remasterizados.
Asì, el niño normal visto con ojos de madre aspirante a espiritual se ve obligado por un lado a decir frases y pintar figuras sin sentido aparente para que quienes sean tan iluminados como ellos llegan con el tiempo a convencerse que son, se enfrenten con el reto de interpretarlo o quedar como tonto ante el reencarnado maestro
Es asì que, escuelas, plazas, calles están atiborradas de niños obligados a aparentar ser “índigos” con una actitud màs bien de “mèndigos” siendo groseros, exigentes, egoístas, con todos los que les rodean, pero eso no es lo terrible de encontrarlos, sino tener que escuchar las largas peroratas de sus madres ensalzando desde la forma en que muerden el sándwich hasta su forma de tocar el ukulele antes de dormir, lo malo es que, como ya se apuntò, cada dìa surgen màs hordas de estas madres (no los ukuleles sino las progenitoras) y se avecina una aùn mayor de los chamacos “cristal”

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