martes, 11 de octubre de 2011

PROSELITISMO RAPIDO Y FURIOSO



El taxi corre veloz por las calles, el hombre entona, como himnos la melodía que, como todos los días toca su estéreo Sony, iluminando con sus cambios de color azul, verde, rojo, amarillo, la mañana en la que ya despunta el sol
El primer cliente hace la parada, el taxista derrapa y se detiene, "a donde va?" -pregunta como si llevara prisa, "voy a la Nader, aquí al centro", “ah no yo voy para allá” y señala en dirección contraria.
Luego otro más está listo esperando su paso, de nuevo el brazo que se eleva para pedirle que se detenga, esta vez, accede a llevarlo, al cabo la zona por la que manejará esta despejada a esta hora
Apenas sube al taxi, el taxista aumenta el volumen de la canción y entona sus cantos a todo pulmón, lo que impide que el pasajero realice una llamada telefónica, pero bueno, "no importa", piensa, "ya llegaré pronto"
Un automóvil va a la izquierda, prende la direccional para pasar al carril de la derecha donde el taxista conduce tranquilo, quien, al momento en que percibe el movimiento del otro auto acelera y le avienta la carrocería encima, impidiéndole cambiar de carril, con una sonrisa de superioridad va paralelo al otro auto hasta el semáforo, donde arranca a todda velocidad en el verde asegurándose que irá antes que nadie.
Otro alto, una mujer atraviesa por el paso peatonal que él pisa y toca el cofre para no caerse- el taxista entre su canción mastica una maldición, luego de golpe da vuelta en “U” para regresar a la otra avenida. Un camión reacciona igual que él y es cuando el taxista baja un poco la música –para alivio del cliente- tan solo para insultar al camionero y a su familia (que dicho sea de paso ni está presente)
La música regresa de nuevo al tope, las bocinas incluso reverberan con los bajos y el cliente siente que hacen eco no solo en sus tímpanos sino hasta en el hipogastrio.  El taxista vuelve a cantar.
Cuando el cliente hace una mueca de disgusto, el taxista lo mira por el espejo, y se siente retado, entonces descubre que trae un collar de cuentas verdes y amarillas, “seguro es un santero” piensa, sin saber si no será otro el significado del colgante
Por segunda vez baja la música, el pasajero piensa que vienen nuevos insultos y busca al depositario, pero no, el taxista lo hace para intentar convertir al pasajero, le explica que esas canciones maravillosas que ha estado oyendo de amor y paz y salvación son religiosas, que con ellas se alaba todo el día a Dios y que por eso él las lleva siempre, que está entregado en cuerpo y alma al “señor” y que lo comparte con quienes suben a su “unidad”
El pasajero suspira con impotencia, sabiendo que aún faltan como diez cuadras de derrapones, de no dejar pasar a ningún coche, de pleito con quienes atraviesan la calle y con los que quieren cambiar de carril, de música estridente y lo peor, del monólogo que sin su consentimiento ha iniciado ya el temible alarife
“Dios es el que nos salva y que nos oye todo el día”, dice el taxista “¿y como no lo van a oír con este escándalo hasta el cielo?” piensa el pasajero, “usted tiene que alabar a Dios también”, aconseja mirando por el retrovisor el conductor quien por eso ha estado a punto de estamparse con el auto de enfrente y hace una pausa “disculpe usted señor... que te pasa imbécil? Qué? Pues bájate, no te frenes así animal!!”
Al fin, una cuadra, solo una cuadra separa al hombre de su destino, y entonces decide pedir “déjeme aquí por favor”, “pero no iba a la otra cuadra?”, “no, es que acabo de recordar que tengo que comprar algo en la farmacia, gracias”, el taxista le indica "son 35 pesos" "¿¡treinta y cinco pesos!?, ¡pero si la tarifa es de 20!", "pues si mi buen pero ya ve como está de caro todo ahorita, la gasolina ya subió y pues tengo que pagar la renta de la placa, porque ya ve que Dios...." el cliente saca el efectivo y paga de inmediato antes de que el conductor vuelva a comenzar a hablar o cantar, se aleja velozmente
El taxista lo mira desaparecer y suspira ahora con satisfacción, sabe que ha hecho su buena obra del día, proclamar la palabra de Dios desde su taxi y continúa calle abajo cantando felizmente en busca de nuevos pasajeros que necesiten ser convertidos a su religión 

2 comentarios:

  1. ¡Como la vida misma, Alicia! Muy bueno y verdadero.
    Un besazo
    Lore

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  2. Algo así me pasó en una estética y por haber dicho "no gracias" me cortaron el cabello disparejo entre los dos lados y tardó en arreglarse como 5 o 6 cortes (con los meses intermedios para que creciera y se emparejara), son peligrosos los personajes que hacen proselitismo, a veces no tan rápido pero sin duda furiosos si les lleva uno la contraria... su método es efectivo, hacen que uno los soporte por no sufrir las consecuencias... también tienen razón en eso de "pare de sufrir", si, si le cambia ud. a la televisión a otro programa más inteligente deja de sufrir al momento... saludos y gracias, siga escribiendo....

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