jueves, 1 de marzo de 2012
De santos a santos
Estàbamos a punto de entrar al cine cuando Ileana recibiò una llamada de su amiga Elena, estaba triste, habìa vuelto a pelear con su novio como muchas otras veces, Ileana deseaba fervientemente ver esa pelìcula para la que incluso tenìa el boleto en la mano, sin embargo, suspirando nos entregò el ticket y pidiò que lo regalaramos a alguien màs: ella debìa acudir al llamado, a pesar de todo, a pesar de sì misma
Nosotros disfrutamos la funciòn sin culpa, de alguna manera, sabìamos que Elena se pelearìa mil veces màs con su novio y de todas formas se contentarìan horas despuès, haciendo que el tiempo de todos quienes en algùn momento corrimos en su auxilio se echara luego de menos
Ileana sin embargo era distinta, habìa sido educada en la fè religiosa tradicional que le pedìa que cumpliera primero con los demàs antes de anteponer su persona, era por eso que ahora Elena acudìa cada dìa a ella, que pràcticamente estaba abandonando su vida social
Luego del cine fuimos al cafè y Raùl aprovechò para hablarnos de la enseñanza de su Maestra, nos dijo que ella considera que quienes se sacrifican a ese punto lo hacen por su propio ego, cuando escuchamos esa afirmaciòn nos quedamos sorprendidas, regularmente estamos acostumbrados a que todos piensen que una persona dedicada y sacrificada a los demàs es casi una santa, pero en este caso Raùl aseguraba que se trataba de alguien entregada a su ego, a la imagen que recibirìan de santidad los demàs de ella y de esta forma obtener reconocimiento
Dijo tambièn que regularmente las personas que se desviven por ayudar a los demàs no estàn haciendo el mismo esfuerzo por sì mismas, se dejan al ùltimo, no se toman en cuenta, se devalùan, en lo que coincidimos
Luego agregò que su maestra le habìa indicado que para poder ayudar a los demàs primero deben ayudarse a sì mismas, ya que no tendrìan que dar si no dejaban nada para ellas
Entonces analizamos cuantas veces y cuàntos de nosotros, en un paìs como Mèxico terminamos sacrificàndolo todo por alguien, y todo es todo, hasta nosotros mismos, porque estamos convencidos de que es la ùnica forma de ganar el cielo y que pensar en quedarnos con algo, en darnos algo va en contra de las leyes divinas y de alcanzar el cielo
Raùl insistìò, la gente se vacìa, dijo, y luego se quejan de que ya no tienen nada para dar y, apenas alguien les dà algo, ya sea emocional, espiritual o material, corren de nuevo a distribuirlo (a veces hasta a la fuerza) a quienes encuentra cerca, lo que, dijo Amanda, le recordaba a su abuelita que siempre corrìa detràs de todos los nietos con su plato de compota de manzana y su aceite de hìgado de bacalao para darles a la fuerza, lo que les creaba una sensaciòn ambigûa ya que si bien la compota era dulce el aceite sabìa horrible
Concluimos que si uno anda pidiendo una limosna de atenciòn y amor tendrà que tomar muchas cucharadas de aceite de bacalao para tener algunas de compota y que, de igual forma, si a la fuerza deseamos ayudar seguramente sabutiremos en muchas bocas los sabores que no desean probar pero que, por su falta de amor son capaces de tolerar.
Hay que saber distinguir, dijo Raùl, hay que saber cuando ayudar, a quien, de que forma, y sobre todo hasta donde podemos llegar con nuestros sacrificios, porque de plano, hay de santos a santos y si no pregùntenle a Robin, dijo
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